La Rioja (Logroño e S. Domingo da la Calzada)
Esta región, que debe su nombre a un pequeño arroyo que nace en la Sierra de la Demanda , el río Oja, fue siempre una encrucijada de caminos, por donde llegaron íberos, romanos , godos , árabes y francos , y un rico territorio
fronterizo, codiciado en la Edad Media por sus tres poderosos vecinos: los reinos de Navarra, Castilla y Aragón.
Hoy en día, La Rioja es una próspera Comunidad Autónoma con poco más de 5.000 km ² y cerca de 300.000 habitantes
que se concentran, en su mayor parte , en el fértil valle del Ebro y en Logroño, su capital .
Si el peregrino continúa las etapas que Aymeric Picaud describió en el Codex Calixtinus, la primera guía de peregrinos escrita
en el siglo XII, atravesará el noroeste de esta región durante las etapas cuarta y quinta , cuando llegue a Nájera, procedente de Estella, y reinicie desde allí su andadura con destino a Burgos .
En ese tramo del Camino,
el viajero se encontrará con la concatedral de Santa María La Redonda , en Logroño, y la catedral del Salvador , en Santo Domingo de la Calzada.

La diócesis
Como ya vimos en los dos capítulos anteriores de “As catedrais do Caminho ”, los acontecimientos históricos siempre han sido determinantes a la hora de establecer la sede episcopal en una ciudad en detrimento de otra. En el
caso de La Rioja, la cátedra del obispo ha llegado a residir en Calahorra, Nájera, San Millán de la Cogolla, Albelda, Santo Domingo de la Calzada y Logroño, dependiendo de la situación histórica de cada momento , aunque fue
la primera de estas ciudades la que podríamos considerar como el origen de la diócesis riojana.
Según la tradición, en el siglo IV los soldados romanos Emeterio y Celedonio fueron martirizados en el lugar donde hoy se
alza la catedral de la Asunción de Nuestra Señora, en Calahorra; sin embargo , la primera evidencia documental de su existencia no apareció hasta el año 463, cuando se menciona por primera vez la presencia de un obispo llamado
Silvano.
En el siglo VIII, mientras la reconquista avanzaba por el valle del Ebro, el obispado de Calahorra pasó a San Millán de la Cogolla y de allí, al Monasterio de Santa María la Real , en Nájera (en donde residió
la corte navarra durante más de cien años) hasta que el rey García IV reconquistó la ciudad de Calahorra y, de nuevo, trasladó allí la sede episcopal.
A mediados del siglo XI , cuando Alfonso VI incorporó el norte de
la región a la Corona de Castilla amplió la jurisdicción del obispo calagurritano hasta las actuales provincias de Burgos y Soria, parte del País Vasco y el sur de Navarra, alternando su sede entre Calahorra y Nájera; pero,
a partir de 1170, el obispado abandonó definitivamente la antigua capital navarra por problemas con la orden de Cluny y, desde el siglo XIII, se decidió que compartiría la sede con La Calzada.
El último cambio se produjo
a mediados del siglo pasado cuando la iglesia calceatense compartió su catedralidad con la capital administrativa de la provincia y dio lugar a la actual denominación de Calahorra y La Calzada-Logroño, diócesis sufragánea del
arzobispado de Pamplona y que , administrativamente , coincide con los límites autonómicos de La Rioja.
Logroño
Para los historiadores, la capital riojana todavía mantiene un origen incierto: mientras que unos la identifican con la ciudad celtíbera de “Cantabria”, destruida por los visigodos ; otros expertos atribuyen su fundación a
un puerto fluvial , “Vareia”, establecido por los romanos en las orillas del Ebro.
Sea como fuere, lo cierto es que hasta el siglo XI , la ciudad no llegó a ser más que una aldea dedicada a la agricultura que destruyó
El Cid “con grant encendimiento de fuego por toda la tierra ” como castigo por un ultraje y que Alfonso VI ordenó repoblar, otorgándole un fuero para su organización política y administrativa , en 1095, y construyendo el puente
de piedra que facilitó el asentamiento de mercaderes extranjeros en la ciudad y el tránsito de los peregrinos hacia Compostela.
Sin embargo , la vinculación jacobea de esta ciudad venía de lejos cuando en el año 844
tuvo lugar , muy cerca de allí, la famosa batalla de Clavijo. Cuentan que en aquel collado, Ramiro I soñó que el apóstol Santiago le daba fuerzas para luchar contra Abderramán II. Cuando despertó, el rey contó aquella visión
a los obispos y nobles de su corte que , entusiasmados con el presagio, recibieron los sacramentos e iniciaron la batalla invocando al apóstol. Santiago “matamoros” apareció montado en un caballo blanco y ondeando una bandera,
de tal modo que , según dicen las crónicas, “se dieron muerte a sesenta o setenta mil infieles ”.
Concatedral de Santa María la Redonda
La iglesia que comparte la sede episcopal con Santo Domingo de la Calzada (de ahí lo de “concatedral”) recibió esta curiosa advocación porque el primer templo que se levantó en este solar tenía forma redondeada, muy similar
a la iglesia octogonal de Santa María de Eunate, en Navarra. De aquel primitivo edificio románico no se conserva ningún elemento porque se demolió a mediados del siglo XV cuando la iglesia adquirió el rango de Colegiata, que
hasta entonces poseía San Martín de Albelda, y se decidió construir un nuevo templo que siguiera las trazas del gótico .
En la actualidad, el peregrino que llega a la plaza del mercado logroñesa se encuentra frente a
una imponente portada de estilo barroco , flanqueada por dos torres con el típico aspecto riojano. Esta fachada tiene forma de nicho , rematado en una semicúpula sobre pechinas, con la habitual decoración barroca , profusa
en estatuas, medallones y columnas que conforman un auténtico retablo de tres cuerpos cincelado en piedra.
Al acceder al interior por la verja que cierra esta Portada de los Ángeles entramos en una gran capilla de planta
octogonal , a modo de vestíbulo . Todo este conjunto , formado por la capilla, la portada y las torres , fue añadido en el XVIII a los pies del templo , de igual forma que en el siglo anterior , aunque con peor fortuna , se
habían levantado tres capillas en la cabecera del templo creando un deambulatorio por detrás del retablo mayor barroco .
En el interior de La Redonda destacan sus tres naves de planta rectangular, de estilo gótico ,
con bóvedas de crucería estrellada y capillas en los contrafuertes; el mausoleo del general Espartero, tallas de Gregorio Fernández y un lienzo de Jesucristo crucificado que se atribuye al genio de Miguel Ángel.
En cuanto
a las torres de la iglesia, entre 1742 y 1756, Juan Bautista Arbaiza y Martín de Beratúa remataron las “gemelas”, los dos campanarios de la fachada principal (san Pablo, de 58 metros , y san Pedro, de 56), compuestos por un
primer tramo cuadrado y liso , un segundo con pilastras y un tercero, octogonal , con ventanas de medio punto y óculos , coronado por un chapitel de tres cuerpos y pináculos que conforma el denominado “ estilo riojano” que
tanta influencia ejerció en toda la zona y que hoy podemos admirar en los campanarios de Briones, Haro, Ábalos, Oyón y La Calzada.
Según los últimos estudios, el maestro Martín de Beratúa se inspiró en la iglesia de
san Esteban que construyó en Murillo de Río Leza para levantar las torres gemelas de la Redonda y en éstas para construir el campanario exento de la catedral de la Calzada.
